ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS CONCIERTOS EN ESTADIOS

En julio de 2023 acudí al concierto de The Weeknd en Madrid, en el estadio Wanda Metropolitano. Con mi entrada en pista, no podía ver mucho al artista canadiense (también es verdad que la gran figura de Soroyama lo impedía). Lo bueno de este concierto, a nivel visual, es que contaba con una pasarela que recorría toda la pista de forma longitudinal y eso hacía que pudieras tener más cerca al artista.  Además, había algunas pantallas adicionales -casi al final de la pista- que permitían ver lo que ocurría en el escenario a los asistentes con entrada en las gradas del fondo. 

En cuanto al sonido, debo decir que la acústica me pareció bastante mejorable. El sonido no se escuchaba de forma nítida. Para empezar, a The Weeknd le acompañaban, como “banda”, un baterista y Mike Dean, que tocaría los sintetizadores. Ahora, ¿se escuchaba cuando tocaban? La respuesta es no. Todo funcionaba como una sola pista en la que no se distinguía lo pregrabado de los instrumentos tocados en vivo. Incluso, cuando Abel dedicó unas palabras a los dos músicos y les dio las gracias -momento en que se les enfocaba mientras tocaban- no se escuchaba la batería. A esto se une que hubo momentos en que la voz de The Weeknd se escuchaba mejor que en otros. El día siguiente al concierto supe, por tweets, que The Weeknd había hablado en español (lo había intentado), había cantado La Fama (su colaboración con Rosalía) en mitad de otra pieza y que había leído mensajes de los fans en pancartas. Todo esto resultó inapreciable para -creo- que la mayoría de los asistentes y esto se debe, una vez más, a la mala acústica de estos recintos de gran capacidad.

Por todo esto, no me ha sorprendido que los conciertos celebrados este año en el estadio hayan tenido la misma suerte. Asistentes a los conciertos de Dellafuente, Lola Índigo y Aitana se quejaban de que no se oía cuando hablaban o cantaban. El poder escuchar las canciones en directo (con arreglos nuevos) es una de las razones por las que se elige ir a un concierto y también para sentirse más conectado con el artista. 


Fotografía del escenario del concierto de The Weeknd en Madrid con la muñeca de Soroyama, realizada por Celia Cancio

Es necesario recordar por qué y cómo se ha instalado la fiebre por tocar (con la esperanza de llenarlos) en estadios. La apertura del nuevo estadio Bernabéu de Madrid dio un nuevo recinto para celebrar conciertos y, entre ellos, tuvieron lugar el concierto de Manuel Carrasco, el de Duki (al que le costó llenarlo), Taylor Swift y las cuatro noches de Karol G en el estadio. Esto animó a artistas nacionales a querer hacer un concierto en este estadio también, todo por el poder decir "he llenado el Estadio Bernabéu" (con capacidad parac 60.000 personas). Esta lucha de egos llevó a Aitana a anunciar una fecha -que luego serían dos, como explicaba esta semana el artículo de eldiario.es de Francisco Gámiz- y a Lola Índigo también. Ambas son artistas que no suelen tener problema en llenar arenas, como el Wizink o el Palau Sant Jordi. Sin embargo, con los Bernabéus, parecía competirse por quién hacía más rápido el famoso sold out, aun cuando se reserven entradas para sacarlas a la venta posteriormente. Con los problemas del ruido en el Bernabéu, se vio imposible celebrar esos esperados conciertos, debiendo buscar alternativas, que, en muchos casos, fueron anunciadas con poco margen, teniendo en cuenta que se cambiarían las fechas y muchos fans ya habrían reservado alojamiento para esos días. Finalmente, se optó por hacer una “gira de estadios”, principalmente distribuida entre Madrid y Barcelona, donde la venta de todas las entradas ha costado mucho más. Como mencionaba el artículo antes referido, el afán por hacer sold out llevó a hacer ofertas de llevarse 4 entradas por el precio de 2, y a apurar hasta el último momento para intentar conseguirlo. Ayer Aitana anunciaba sold out, cuando hasta hace unos días no lo había alcanzado. Con estas dificultades, uno piensa que solo se trata de alimentar el ego y el caché del artista.

 Pasando a otro tema, estos shows se presentan bajo la premisa de que llevan mucho tiempo de preparación y un gran presupuesto detrás. Un presupuesto que se ve en numerosos bailarines, pero que, al final, no dista mucho de lo esperable de un show de estos artistas en un Wizink. 

A nivel visual, por muchas pantallas o torres, el escenario volvía a quedar alejado de la gran parte del público y, en el caso de Lola Índigo, una torre de sonido tapaba la vista de la pantalla. Es por ello que, entre tanta inversión, parece olvidarse lo importante: poder ver y escuchar a tu artista favorito. En este sentido, también encontramos ejemplos internacionales, como el concierto de Dua Lipa en el Hipódromo San Siro de Milán, dando un concierto para 90000 personas, con un escenario poco preparado para estos recintos.

Precisamente, en Italia también existe esta fiebre por hacer estadios. Este año Elodie ha preparado su gira por este tipo de recintos, costándole meses vender todas las entradas. En este país ha surgido el debate sobre en qué momento de tu carrera hacerlo. Por una parte, hay artistas que prefieren hacerlo en su peak, como Elodie (aunque este año no haya sido su mejor comercialmente) o Achille Lauro (que anunció recientemente el sold out en el Estadio Olímpico de Roma). Por otra, otros artistas piensan en el estadio cuando ya son más que consolidados, como han hecho Ceesare Cremonini, Elisa o Laura Pausini.

Lo cierto es que se ha instalado una fiebre por hacer estadios, que llega en momentos precoces de las carreras de los artistas y que perjudica la calidad técnica de los conciertos, su esencia y su capacidad de servir una buena performance,

Comments

  1. Muy bueno. La música debería ser siempre lo primero y más importante.

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